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amis, stalin y el comunismo
(demasiado antiguo para responder)
juanjo1
2006-03-18 15:01:42 UTC
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Acabo de terminar de leer Koba el Temible, el polémico libro de Martin
Amis sobre Stalin. Es un libro extraño, no es un ensayo, tampoco una
novela, aunque en España lo ha editado Anagrama en su colección Panorama
de Narrativas; a lo que más se parece es a un weblog o a apuntes de clase.

Amis escribe un cursillo sobre Iósif el Terrible (una parodia del Breve
Curso de Stalin sobre la revolución rusa), quizás demasiado esquemático y
plano para ser profundo; aunque la intención no oculta de Amis es acusar a
los intelectuales occidentales de tolerancia hacia el comunismo
(extrañamente, nada dice de Winston Churchill y del terrible pacto
anglo-soviético por el que se repartieron Europa; a veces, los
anglosajones tienen mala memoria) y, a la vez, rehabilitar la memoria de
su padre, Kingsley Amis, que fue comunista durante quince años, antes de
convertirse en feroz anticomunista.

Como libro de memorias funciona bien, me parece que Amis es mejor
novelista que ensayista; y como libro de propaganda contra la utopía es
formidable �¿como puede el lector resistirse a ese torrente de
abrumadoras estadísticas, de citas inverificables, de teorías de segunda
mano, de anécdotas atroces?�. Mientras lo leía me vino más de una
vez a la cabeza la comparación con Michael Moore, sobre todo con esa
tramposa artimaña de extraer conclusiones de anécdotas recordables que
salpican sabiamente el texto. Un ejemplo: ¿realmente, qué demuestra que el
enterrador de los Romanov dijera que ya podía dormir en paz porque le
había dado a la emperatriz un pellizco en el culo?

Pero si lo que Amis pretendió es escribir un ensayo político, su análisis
de la ideología comunista a partir del gulag es demasiado simple y poco
imaginativo; Amis parece no entender la diferencia entre Hitler y Stalin,
entre el pequeño bigote y el gran bigote, entre los lager alemanes y los
gulag soviéticos. Primo Levi la explica excepcionalmente bien en Si esto
es un hombre:


La diferencia principal consiste en la finalidad. Los lager alemanes
constituyen algo único en la no obstante sangrienta historia de la
humanidad; al viejo fin de eliminar o aterrorizar al adversario político,
unían un fin moderno y monstruoso, el de borrar del mundo pueblos y
culturas enteros. Los campos soviéticos no eran, desde luego, sitios en
los que la estancia sea agradable, pero no se buscaba expresamente en
ellos, ni siquiera en los más oscuros años del estalinismo, la muerte de
los prisioneros; ésta era un subproducto debido al hambre, al frío, las
infecciones, el cansancio. En los lager alemanes se entraba para no salir:
ningún otro fin estaba previsto más que la muerte. En cambio, en los
campos soviéticos siempre existió un término: en la época de Stalin los
“culpables” eran condenados a veces a penas larguísimas (incluso a quince
o veinte años) con espantosa liviandaz, pero subsistía una esperanza de
libertad, por leve que fuera.

Gracias a esta pequeña diferencia, Solzhenitsyn pudo, después de salir del
campo, trabajar como maestro de escuela en Kazajstán , algo claramente
impensable para un judío de Auschwitz, de Mauthausen, de Birkenau. Los
campos soviéticos son una manifestación deplorable de ilegalidad y
deshumanización; pero yo creo que nada tienen que ver con el socialismo,
sino al contrario. La URSS es una reencarnación del extremismo intelectual
ruso, como dice Nikolai Berdyaev; a su parecer, el régimen de Lenin y
Stalin reforzó las tradiciones de represión política y de intolerancia
ideológica de una sociedad pasiva y llena de resentimiento… Quien lea
Memorias de la casa de los muertos, escrito por Dostoievski en 1862, no
tendrá dificultad en reconocer los mismos rasgos carcelarios descritos por
Solzhenitsyn cien años después. También me parece razonable pensar, como
cree Nikolai Ustryakov, que la política de los líderes comunistas tenía
más que ver con los intereses de Rusia como gran potencia imperial que con
la ideología marxista que presumían defender.

Como siempre, y desgraciadamente, las cosas son más complejas de lo que
nos gustaría.

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Lokutus
2006-03-20 18:40:05 UTC
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Post by juanjo1
Amis escribe un cursillo sobre Iósif el Terrible (una parodia del Breve
Curso de Stalin sobre la revolución rusa), quizás demasiado esquemático y
plano para ser profundo; aunque la intención no oculta de Amis es acusar a
los intelectuales occidentales de tolerancia hacia el comunismo
Durante muchísimos años, la Unión soviética fue para millones de
personas una luz al fondo de un oscuro túnel. Los estalinistas mentían
descaradamente o contaban verdades a medias acerca del régimen soviético.

Es curioso, mi corrector ortográfico me dice que la palabra
"estalinistas" es incorrecta marcandomela de color naranja y me
sugiere que use la palabra "estilistas" en su lugar, que ironía.

No es extraño que muchos intelectuales de izquierdas en los 40, 50, 60
y incluso en los 70 defendieran el régimen en la URSS como forma de
defender muchas reivindicaciones propias de izquierdas.

Aunque muchos se desplantaron de la esfera soviética cuando se vio
claramente en el 68 la traición de Stalin y sus sucesores, y crearon el
EuroComunismo.
Post by juanjo1
(extrañamente, nada dice de Winston Churchill y del terrible pacto
anglo-soviético por el que se repartieron Europa; a veces, los
anglosajones tienen mala memoria) y, a la vez, rehabilitar la memoria de
su padre, Kingsley Amis, que fue comunista durante quince años, antes de
convertirse en feroz anticomunista.
Durante la segunda guerra mundial, los servicios de inteligencia secreta
de Gran Bretaña se infiltraban en organizaciones trostkistas y anarquistas
para vigilarlos, y cuando alguno de ellos criticaban a la Unión Soviética,
los detenían por traidores, pues la URSS era un país aliado y no se le
podía criticar.

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