Juan Blanco
2004-01-06 01:13:43 UTC
Humanus error Creatorum
Cualquier humano,
hasta el más necio o el más cruel,
tiene derecho a otra oportunidad.
El resto de los vivos no la demanda
y lo inerte no yerra.
Pero Dios no.
No se es Dios en vano.
Los errores de Dios son enternos e infinitos.
Sea así la purga de su pecado
y la simetría de su silencio.
j u A n
DISQUISICIÓN TEÓFOBA
Hay quien, buscando una coherencia teológica ante lo absurdo -siendo
prudentes- del espectáculo de la existencia humana, opina que "Dios" merece
otra oportunidad, para enmendar su error sobre la existencia del Hombre,
desapareciéndolo... Sofisma que encubre el deseo de salvar a Dios a toda
costa, incluso ante esa perefecta refutación suya llamada Humano. Pues sólo
precisan de "otra" oportunidad los culpables y los imperfectos. Por lo
primero, no la precisan los animales ni las piedras, y por lo segundo, Dios
menos todavía. Como tampoco Éste la precisa por "omniresponsable", al
contrario: por ello debe ser "omnipenitente" y, a la vista de los hechos,
quedarse quietecito per omnia secula seculorum.
La teología implícita en esa "otra oportunidad" hace aguas. Pues si
Dios -precisamente y no otro- finalmente comete error, apaga y vámonos...
¿qué enormidad podría ser su próximo dislate?... De hecho, y desde nuestro
punto de vista -humano, no hay cómo- el error de la existencia (que nos
violenta y a la que violentamos) se hos antoja -a algunos angustiados quizá
lúcidos- infinito. Luego una y no más, San Nicolás.
Hay otra línea argumentativa sobre la compasión -antropocéntrica-
que sentimos hacia los animales que extinguimos o se extinguen, pues en
rigor no hay problema ético en que desparezcan dinosaurios y demás criaturas
que no sienten angustia por vivir ni aún por desaparecer. No hay injusticia
en su caso, y el propio lamento de su pérdida se emite desde términos
productivistas y cuantitativos (¿quién o qué pierde por no existir? ¿mil
especies o galaxias es mejor que cien?) inequívocamente humanos. Sólo
importan la paz y la armonía, como la que tiene todo lo existente -animado o
inerte, estable o en colapso- excepto estos compulsivos, erróneos y feroces
bichitos que somos los que somos.
Más allá, está el posible error de la realidad extra-humana, sobre
el que nada podemos decir, por supuesto. Pero "algo" induce a pensar que un
universo sin conciencia sería, además de indescriptible aquí y ahora, tan
estéril que igualmente podría conceptuarse como error, o al menos como
inanidad que nada argumenta sobre nada. En resumidas cuentas, no hay
escapatoria: Dios metió la gamba con nosotros, y sin nosotros, ¿pá qué?.
Polvo vibrando y escarabajos copulando...
Esta suma de errores e incongruencias es lo que expulsa a Dios de su
lugar, aunque éste sólo fuera la mente del hombre. Un Dios avergonzado de su
obra deviene sin credibilidad... en puro Dios para crédulos, que son
aquellos que creen... porque creen.
Salud y Vacío
j u A n
Cualquier humano,
hasta el más necio o el más cruel,
tiene derecho a otra oportunidad.
El resto de los vivos no la demanda
y lo inerte no yerra.
Pero Dios no.
No se es Dios en vano.
Los errores de Dios son enternos e infinitos.
Sea así la purga de su pecado
y la simetría de su silencio.
j u A n
DISQUISICIÓN TEÓFOBA
Hay quien, buscando una coherencia teológica ante lo absurdo -siendo
prudentes- del espectáculo de la existencia humana, opina que "Dios" merece
otra oportunidad, para enmendar su error sobre la existencia del Hombre,
desapareciéndolo... Sofisma que encubre el deseo de salvar a Dios a toda
costa, incluso ante esa perefecta refutación suya llamada Humano. Pues sólo
precisan de "otra" oportunidad los culpables y los imperfectos. Por lo
primero, no la precisan los animales ni las piedras, y por lo segundo, Dios
menos todavía. Como tampoco Éste la precisa por "omniresponsable", al
contrario: por ello debe ser "omnipenitente" y, a la vista de los hechos,
quedarse quietecito per omnia secula seculorum.
La teología implícita en esa "otra oportunidad" hace aguas. Pues si
Dios -precisamente y no otro- finalmente comete error, apaga y vámonos...
¿qué enormidad podría ser su próximo dislate?... De hecho, y desde nuestro
punto de vista -humano, no hay cómo- el error de la existencia (que nos
violenta y a la que violentamos) se hos antoja -a algunos angustiados quizá
lúcidos- infinito. Luego una y no más, San Nicolás.
Hay otra línea argumentativa sobre la compasión -antropocéntrica-
que sentimos hacia los animales que extinguimos o se extinguen, pues en
rigor no hay problema ético en que desparezcan dinosaurios y demás criaturas
que no sienten angustia por vivir ni aún por desaparecer. No hay injusticia
en su caso, y el propio lamento de su pérdida se emite desde términos
productivistas y cuantitativos (¿quién o qué pierde por no existir? ¿mil
especies o galaxias es mejor que cien?) inequívocamente humanos. Sólo
importan la paz y la armonía, como la que tiene todo lo existente -animado o
inerte, estable o en colapso- excepto estos compulsivos, erróneos y feroces
bichitos que somos los que somos.
Más allá, está el posible error de la realidad extra-humana, sobre
el que nada podemos decir, por supuesto. Pero "algo" induce a pensar que un
universo sin conciencia sería, además de indescriptible aquí y ahora, tan
estéril que igualmente podría conceptuarse como error, o al menos como
inanidad que nada argumenta sobre nada. En resumidas cuentas, no hay
escapatoria: Dios metió la gamba con nosotros, y sin nosotros, ¿pá qué?.
Polvo vibrando y escarabajos copulando...
Esta suma de errores e incongruencias es lo que expulsa a Dios de su
lugar, aunque éste sólo fuera la mente del hombre. Un Dios avergonzado de su
obra deviene sin credibilidad... en puro Dios para crédulos, que son
aquellos que creen... porque creen.
Salud y Vacío
j u A n